MATERNIDAD José Pedroni
Mujer, en un silencio que me sabrá a ternura,
durante nueve lunas crecerá tu cintura;
y en el mes de la siega tendrás color de espiga,
vestirás simplemente y andarás con fatiga.
El hueco de tu almohada tendrá un olor de nido
y a vino derramado nuestro mantel tendido.
Si mi mano te toca,
tu voz, con la vergüenza, se romperá en tu boca
lo mismo que una copa.
El cielo de tus ojos será un cielo nublado;
tu cuerpo, todo entero, como un vaso rajado
que pierde un agua limpia, tu mirada, un rocio;
tu sonrisa, la sombra de un pájaro en el rio.
Y un dia, un dulce dia, quizá un dia de fiesta
para el hombre de pala y la mujer de cesta;
el dia en que las madres y las recién casadas
vienen por los caminos a las misas cantadas;
el dia en que la moza luce su cara fresca,
y el cargador no carga y el pescador no pesca:
tal vez el sol deslumbre; quizá la luna grata
tenga catorce noches y empolvoree la plata
sobre la paz del monte; tal vez en el villaje
llueva calladamente; quizá yo esté de viaje.
Un dia, un dulce dia, con manso sufrimiento
te romperás cargada como una rama al viento.
Y será el regocijo
de besarte las manos; y de hallar en el hijo
tu misma frente simple, tu boca, tu mirada,
y un poco de mis ojos, un poco … ¡casi nada!
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