EMOTIVA DESPEDIDA LOS MISIONEROS QUE SEMBRARON
PAZ Y AMOR EN LA PARROQUIA SAN PEDRO Y SAN PABLO
Un almuerzo y una kermese le pusieron el broche final a las actividades desplegadas durante una semana por los jóvenes llegados desde la Capital Federal.
Las calles desparejas de los barrios suburbanos los vieron pasar durante toda la semana en horas de la mañana: jóvenes, muy jóvenes, de ambos sexos, vestidos informalmente, largos cabellos casi todos y barbitas incipientes, risas y sonrisas a flor de labios, un envidiable espíritu de camaradería fué la llave cuasi mágica que les permitió entrar en el corazón de quienes les abrieron sus puertas para recibirlos hospitalariamente.
Los jóvenes misioneros arribados desde Buenos Aires no pertenecen a una sola parroquia, de hecho viven en distintos barrios de la monstruosa urbe y no forman parte de una determinada institución. Inclusive muchos de ellos son familiares entre si y esa circunstancia los aglutina en un norte común: difundir la Palabra de Dios sin esperar nada a cambio.
Desde hace años que unos dos centenares de jóvenes han pasado por la agrupación cuyo destino primigenio fué la provincia de Corrientes y luego abrieron sus alas hacia Santiago del Estero. Unos van y otros vienen, se reúnen en la casa de alguno de ellos para programar las actividades y consensuar lo porvenir.
Durante las siestas, benignas de este invierno que les dió una buena acogida, reunieron a los niños, jóvenes y adultos en distintos talleres, adecuados a los segmentos generacionales, y el corolario fué el encuentro del pasado viernes donde catorce niños recibieron el sacramento del bautismo y a posteriori compartieron un animado ¨fogón¨ con canciones y bailes, entremezclados con los integrantes del Grupo Juvenil de la parroquia anfitriona.
Estos serán, con seguridad, los que de aquí en más tendrán encendida la llama de la fé y buscarán su propio camino en aras de una esperanza y una enorme ilusión: llevar la Palabra de Dios a los hogares más necesitados de la parroquia sin que ello implique más que el compromiso que les marca el ejemplo de vida que viene del Señor Jesús.