miércoles, 24 de agosto de 2011

RINCON POETICO




EL SEMINARISTA DE LOS OJOS NEGROS
Miguel Ramos C. (Cubano)

Desde la ventana de un casucho viejo
abierto en verano, cerrado en invierno
por vidrios verdosos y plomos espesos,
una salmantina de rubio cabello
y ojos que parecen pedazos de cielo,
mientras la costura mezcla con el rezo.
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.

Baja la cabeza, sin erguir el cuerpo,
marchan en dos filas pausados y austeros,
sin más nota alegre sobre el traje negro
que la beca roja que ciñe su cuello
y que por la espalda casi roza el suelo.

Un seminarista, entre todos ellos,
marcha siempre erguido, con aire resuelto.
La negra sotana dibuja su cuerpo
gallardo y airoso, flexible y esbelto.

El solo, a hurtadillas y con el recelo
de que sus miradas observen los clérigos,
desde que en la calle vislumbra a lo lejos
a la salmantina de rubio cabello
la mira muy fijo, con mirar intenso.
Y siempre que pasa le deja el recuerdo
de aquella mirada de sus ojos negros.

Monótono y tardo va pasando el tiempo,
y muere el estío y el otoño luego,
y vienen las tardes plomizas de invierno.
Desde la ventana del casucho viejo,
siempre sola y triste, rezando y cosiendo,
una salmantina de rubio cabellos
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.
Pero no ve a todos; ve solo a uno de ellos,
su seminarista de los ojos negros.

Cada vez que pasa, gallardo y esbelto,
observa la niña que pide aquel cuerpo
marciales arreos.
Cuando en ella fija sus ojos abiertos
con vivas y audaces miradas de fuego,
parece decirle: ¨¡Te quiero... te quiero!...
¡Yo no he de ser cura, yo no puedo serlo!...
¡Si yo no soy tuyo, me muero, me muero!...
¨
A la niña entonces se le oprime el pecho,
la labor suspende y olvida los rezos,
y ya vive solo en su pensamiento
el seminarista de los ojos negros.

En una mañana lluviosa de invierno
la niña que alegre saltaba del lecho
oyó tristes cánticos y fúnebres rezos:
por la angosta calle pasaba un entierro.
Un seminarista, sin duda, era el muerto,
pues cuatro llevaban en hombros el féretro
con la beca roja encima cubierto,
y sobre la beca el bonete negro.
Con sus voces roncas cantaban los clérigos;
los seminaristas iban en silencio,
siempre en dos filas, hacia el cementerio,
como por las tardes al ir de paseo.
La niña, angustiada miraba el cortejo:
los conoce a todos a fuerza de verlos.
Sólo, sólo faltaba entre ellos
¡el seminarista de los ojos negros!...

Corrieron los años, pasó mucho tiempo...
y allá en la ventana del casucho viejo
una pobre anciana de blancos cabellos,
con la tez rugosa y encorvado el cuerpo,
mientras la costura mezcla con el rezo,
recuerda muy triste, las tardes de antaño,
¡al seminarista de los ojos negros!...




martes, 23 de agosto de 2011

Una maravillosa jornada se vivió en Susi Cativa de Jaime con motivo del Dia del Niño

El pasado domingo 24 de agosto la zona sur de la ciudad, a la vera de la Avenida Rivadavia, adquirió colores de excepción con motivo del agasajo que desde hace más de diez años ofrece a los niños en su dia, la Sra Susy Cativa de Jaime.
En esta ocasión la jornada a pleno fué una aliada incondicional de la solidaria disposición de la anfitriona que por sus medios y la maravillosa colaboración de terceros hizo posible una esplendida fiesta en la que los principales protagonistas fueron los niños.
Estos disfrutaron de un delicioso chocolate con masas dulces, regalos, sorteos de distintos artículos, juegos y bailes hasta bien entrada la tarde, oportunidad en la que cada niño se llevó un presente de golosinas y el corazón lleno del jolgorio que caracterizó a esta tradicional celebración.
















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En una casa del Bo Colón

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ENCUENTRAN SI VIDA A UN ALBAÑIL ORIUNDO DE AÑATUYA

El deceso se habría producido por causas naturales y ya presentaría signos de descomposición a pesar de las bajas temperaturas de los últimos dias.

Pasado el mediodía del dia martes 23 del cte mes fué descubierto el cuerpo sin vida, aparentemente por razones naturales, de una persona mayor que habitaba en soledad una humilde vivienda ubicada en la esquina de las calles de Yapeyú y Colón, en el barrio que lleva este nombre.
Se trataría de Alberto Aseguin, de 53 años, oriundo de la ciudad de Añatuya, de profesión albañil, quién habría llegado a esta ciudad por razones laborales y aquí tomó contacto con Juan Aseguin, un tio suyo cuyo fallecimiento se produjo hace unos dos meses aproximadamente y propietario de la casa donde se produjo este lamentable incidente.
Por los datos obtenidos este hombre quedó en la casa cuando su tio falleció y desde allí desarrollaba sus tareas cotidianas.
Como hacía varios dias que no se lo veía terceras personas habrían mirado por una ventana y allí se habrían percatado de la presencia del cuerpo sin vida de Aseguin por lo que de inmediato se dió aviso a las autoridades del Complejo de Seguridad Quimilí.
Estos procedieron a dar conocimiento del suceso al Juez del Crímen de 5ta Nominación quién ordeno el levantamiento del cuerpo y su posterior envío a la Morgue Judicial para la autopcia que marcan las leyes vigentes.

QUE VOY A CREER
Jóvenes que circulaban por la calle aledaña a la casa donde se produjo el deceso de Aseguín habrían escuchado los gritos del hombre, presuntamente en medio de una crisis cardíaca en horas de la noche del sábado o primeras del domingo, Estos habrían grabado con un celular estas expresiones desesperadas pero no atinaron a dar parte a los servicios de sanidad ni a las fuerzas de seguridad.