viernes, 14 de junio de 2013

El pasado jueves 13 de junio


SE RINDIO HONORES A SAN ANTONIO DE PADUA

En la casa de campo de Teresita y Rubén Romano. Los anfitriones ofrendaron su proverbial amistad a gran cantidad de visitantes que se hicieron presente para compartir esta ya tradicional celebración.

Los anales católicos dicen que San Antonio fué un frasciscano que se destacó tanto por la predicación como por su tarea como teólogo, en la cátedra de Bolonia. Predicaba en plazas y mercados, llamando a la conversión y denunciando la avaricia y la usura, Fué provincial de los franciscanos. Murió muy jóven, en el año 1231, a los 36 años, con fama de santidad. El pueblo reconoció en él a un predicador del evangelio y a un sanador amigo de pobres y oprimidos.

La devoción a San Antonio de Padua es muy particular en el contexto familiar del matrimonio integrado por Teresita Salcedo y Rubén Romano, vecinos del Bo Colón. Aborigen de estas tierras él, mezcla de diosa y pantera ella, oriunda de la vecina República del Paraguay.
Por esas cosas del destino ambos cruzaron sus caminos en la ciudad de Buenos Aires en tiempos pretéritos cuando por razones laborales ambos habían dejado sus lugares de origen.
El flechazo de Cupido unió sus vidas y desde entonces mucha agua ha corrido por debajo de los puentes.
Radicados ya en esta ciudad Teresita Romano, su apellido original se perdió por esas cosas de la cotidianeidad pueberina, se dedicó a un oficio, la peluquería, del cual por entonces fué pionera y que hoy tiene legiones de seguidores.
Pero la marca quedó registrada desde un vamos y la pléyade de frondosas cabelleras femeninas y otras, varoniles, no tantas, sentaron una impronta que se fué agigantando con el paso del tiempo.
También las aptitudes canoras fué una asignatura que la protagonista supo desarrollar a la par de la conformación de un hogar en el que serena y mansamente anidó el amor acotado en cantidad pero abundante en amor y compañerismo.
Para su solaz el matrimonio posee unas hectáreas de campo a pocos kms de esta ciudad, casi a la vera de la ruta al norte, donde una antigua casa, una represa, cobija entre tantas lindezas un pequeño templete con la imagen de San Antonio de Padua.
Pos esas cosas de la fe y la devoción los 13 de junio de cada año la bucólica tranquilidad del solar se transforma en un hervidero de gente que llega en distintos medios de locomoción para acompañar a los anfitriones en el dia del santo.
Este año no fué la excepción y ya desde la madrugada el trabajo fué duro y parejo en la preparación de distintos manjares para atender la demanda manducatoria de propios y extraños en la forma de dos robustas ollas de locro, además de empanadas, asado de una vaquillona sacrificada al efecto y peninsulares pizzas.
En horas de la mañana se traslado la imagen del Santo a la vera de la casa solariega, a pocos metros del núcleo principal de la casa, donde las mesas tendidas esperaban la impaciente demanda de los visitantes que a esa hora se incrementaba en proporciones geométricas.
Con la presencia del padre Guillermo Burdett, párroco de Santa Rosa de Lima y el rezo de Nancy de Carabajal de un misterio del rosario se cumplimentó la parte religiosa de una fiesta que se ha convertido en una hermosa tradición.
A los postres se hizo sentir la música en las voces e instrumentos de cantores que ofrendaron su arte ante el beneplácito y acompañamineto de todos los presentes.





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