martes, 5 de julio de 2011

ELSA NELIDA CARABAJAL DE AVILA FESTEJO SUS HERMOSOS 80 AÑOS

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Rodeada del cariño de su familia


El acontecimiento familiar fué vivido a pleno jolgorio en la ciudad de Frias donde se encuentra afincada quién en los albores del siglo pasado viera la luz en el para je El Pértigo.

La jornada del pasado sábado 2 del cte mes se vió iluminada a pleno por un acontecimiento familiar que congregó a una nutrida familia de la ciudad de Frias quién vistió con sus mejores ropajes la noche por el cumpleaños ¨number¨ 80 de Elsa Nélida Carabajal de Avila.
Matriarcal figura asentada en esta ciudad del sur de la provincia proveniente del Dpto Moreno más precisamente de El Pértigo, unos 50 kms, en via recta, de la ciudad de Quimilí, supo en sus más tiernos 14 años arribar a las delicias del connubio en alas de una fulmínante relación con un morocho de pelos hirsutos que cayó por esos lares a demostrar sus destrezas en el balompié,
El morocho de marras, Epifanio Reyes Avila, ¨Reyes¨ para todo el orbe, trabajaba en el Ferrocarril Belgrano en la localidad de Tintina como cambista y tenía un hermano, José, que un par de años antes había contraído nupcias con la hermana mayor de la afortunada damisela.
Ni don Juan Bautista Carabajal ni doña Ernestina Cancinos, padres de las niñas, habrían opuesto ningún reparo a tan explosivas y contundentes decisiones, teniendo en cuenta la filosofía y la vastedad de la prole que le hacía pensar para su coleto ¨que para un padre no hay mejor cosa de que un hijo se vaya de la casa¨.
Ambos matrimonios florecieron en un hermoso puñado de hijos que poblaron de alegría sendos hogares, Elsa y Reyes en Frias, de donde era oriunda la familia, Olga y José en Dean Funes, pcia de Córdoba.
Han pasado los años, Reyes, Olga y José ya están en los brazos del Señor. Elsa, mimada a diario por hijos, nietos y bisnietos, sobreponiéndose a lógicos achaques arribó a estos hermosos ochenta años pasada la medianoche del sábado.
El acontecimiento, quedó dicho, fué festejado en un clima de gran alegría en un salón primorosamente preparado por manos amorosas y diligentes, donde las ricas comidas y bebidas de distintas calorías y octanaje sirvieron para ponerle color y calor a esta circunstancia tan especial.









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