jueves, 19 de julio de 2012

En un clima de sana alegría


FESTEJAMOS EL CUMPLEAÑOS DE DOÑA ¨NEGRA¨ BELIZAN DE BALBUENA



El mediodia del pasado martes 10 del cte compartimos este hermoso evento familiar junto a su esposo Don Ramón, su hijo ¨Toto¨, la nuera Tomasa, nietos y otros familiares arribados especialmente desde Buenos Aires. El menú, mmmm.....


En aquellos tiempos pretéritos, en la localidad de Weisburd, cuando la fábrica de tanino era dueña y señora de la comarca, la población vivía al ritmo de esas gigantescas trituradoras de materia prima extraída de los bosques aledaños que por obra del trabajo cotidiano se convertían de oscuro jugo en producto que viajaba allende la distancia para ser utilizado en fines industriales.
La altísima chimenea lanzaba un contínuo humo blanco hacia los cielos como un vaporoso latido omnipresente de la vida y el trabajo, sin prisa y sin pausa, de una comunidad que velaba las armas del tesón y el sudor, defensoras de sus sueños.
En aquel contexto arribó a la localidad una hermosa jóven, morocha ella, de grácil paso y airoso continente, ¨Negra¨ de apodo casi lógico y de apellido Belizán. Provenía de una arraigada familia de extramuros en la que no pocos descollaron en el campo de la música, intérpretes del bandoneón, en tre los cuales se puede mencionar a ¨Bauti¨y ¨Ushi¨, hombres que dejaron una estela imborrables por sus cualidades y don de gentes.
La jóven de marras trabajaba en una casa de familia y como tantas otras de su edad, por aquellos tiempos, no disponían de mayores atractivos en lo que respecta a diversiones y prácticamente vivía para su trabajo y nada más.
Quiso el destino, que cayera por esos pagos un jóven proveniente de la zona del Chaco, llamado Ramón Balbuena, hombre de buen ver, para cumplir funciones laborales en la fábrica de tanino.
Se dieron las circunstancias, el conocerse, el flechazo, el connubio y lo demás vino por añadidura, como se estilaba en aquellos buenos viejos tiempos, dando paso a un hogar consolidado por el amor y el respeto, y la descendencia que llegó para alegrar las jornadas cotidianas y el devenir de los años que trajo como lógica consecuencia la paz y el sosiego.
Por estos dias la serena presencia de Don Ramón y la sonrisa que estalla como una flor perlada de rocio en el rostro de Doña Negra constituyen un tesoro invalorable para quienes disfrutan del ocaso de sus vidas que como el sol en las tardes solariegas se agranda y embellece cual crepúsculo de un hermoso dia.
En la oportunidad el festejo de los 82 años de Doña Negra fué motivo para que el acogedor comedor de la casa de su hijo, el Toto, se poblara de rumorosa presencia adornada la mesa por sabrosos platos preparados por ecónomas expertas.
La amable reunión tuvo el corolario del ¨feliz cumpleaños¨ entonado a voz en cuello por los
presentes, algo destemplado pero sincero en los deseos de alegria y felicidad para la cumpleañera.








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