Fué celebrada por el Obispo Uriona en el gimnasio de las Hermanas de la Cruz
En la mañana del domingo una nutrida concurrencia de fieles colmó las instalaciones del amplio gimnasio techado que las Hermanas de la Cruz poseen en el predio del Bo Belgrano y que la congregación de origen galaico convirtiera en un vergel a poco de su arribo a nuestra ciudad hace unas décadas.
Por entonces zona de extramuros y fachinales tenebrosos el sector era parte de una incipiente ciudad que iba cubriendo lentamente los espacios de su ejido urbano desbrozando su destino de grandeza a contramano de las realidades económicas adversas que le propinaba a la región el advenimiento de nuevas condiciones de trabajo dadas por la agonía y muerte de la empresa de ferrocarriles, principal fuente laboral para las fuerzas vivas de la ciudad.
Presencia
En ese contexto el arribo de las Hermanas de la Cruz fue un soplo de aire fresco para las necesidades de una porción de la comunidad desprotegida de coberturas sociales que vieron en ellas el alivio de muchos de sus males: remedios, atención sanitaria, ayuda económica en cuestiones puntuales y más tarde capacitación laboral a través de la escuela-taller de artes y oficios.
De allí que en esos comienzos duros pero provechosos al fin se hiciera corriente ver por las calle a las hacendosas hermanas vestidas de marrón en ágiles bicicletas cumpliendo con su misión en los distintos barrios de la ciudad.
Entre ellas brilló con luz propia el piadoso desempeño de la Madre Maria de la Purísima de la Cruz.
Nacida en la madre España en el año 1926 y fallecida en 1998 siguió a Cristo y renunciando a todo por amor eligió un lugar entre los pobres a quienes entregó su vida en donación, como reza el canto compuesto en su honor.
Ceremonia
En la mañana de marras la convocatoria tuvo por motivo la celebración de una misa en acción de gracias por la beatificación de la religiosa que tuvo lugar el pasado 19 de septiembre del cte año siendo la primera en ese estadio que ha pasado por nuestra diócesis y especialmente por nuestra ciudad.
Digno es de destacar el gesto y desvelo por mantener a sus Hijas en las casas argentinas por cuanto en el ocaso de su vida, a tan solo dos meses de su muerte, con el último soplo de su rica existencia desafió a la enfermedad irreversible que la aquejaba para venir a verlas.
En la oportunidad el oficio religioso estuvo concelebrado por Monseñor Adolfo Armando Uriona y los padres Claudio, Eugenio, Guillermo y Francisco.
Una feligresía conmovida siguió con emoción la liturgia: la lectura del Evangelio, la oración de los fieles, la procesión de las ofrendas que tuvo como portadores a un matrimonio (Liliana y Carlos) presentando el pan y el vino y a sus hijos con las espigas y las uvas como símbolo asumido en este año especialmente, de formar y fomentar en el hogar familiar una verdadera Iglesia doméstica donde Jesús y Eucaristía es el centro y la unidad entre los miembros.
Los religiosas Hnas Niño Jesús, Hna Laurentana, Superiora, Ana Delia y Hno Cristian ofreciendo su carisma, los laicos comprometidos Clara Ibalo, Olga Dorado Elena Almeira y Betty Parodi el Tríptico del Año Jubilar, los niños de la RIE con flores, integrantes de lnfancia y Adolescencia Misionera con la Cruz de Matará, miembros de Cáritas Parroquial con insumos para los más pobres, chicos del Taller Protegido ofreciendo el fruto de sus trabajos fueron pasos de conmovedora unción en el desarrollo de la ceremonia.
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