miércoles, 25 de mayo de 2011

Reencuentro con los orígenes

´OSCARCITO´ RACICH CAMINA POR ¨SU¨ QUIMILI
ABRAZANDOSE CON LOS RECUERDOS



Profesional médico, ejerció la profesión y la docencia durante muchos años en Alemania, ahora ya jubilado se radicó en Cordoba, donde sigue un curso de posgrado en otra disciplina conexa.

Han pasado muchos años desde que sus plantas pisaron las calles quimilenses y el presente lo deslumbra porque no es el Quimilí que conservaba en sus retinas y en su corazón.
A años luz de la realidad a la que estuvo acostumbrado en las últimas tres décadas, en un pais del primer mundo, Oscar Racich, Öscarcito¨ para los amigos, a pesar de su alto continente, ha regresado a su ¨lugar en el mundo¨, aquel que lo asocia a sus años primigenios en la vieja casona de la calle 25 de Mayo junto a sus papás Angela (se pronuncia Anyela) y Alfonso y su hermano Carli.
Durante muchos años radicado en Alemania, más precisamente en Dortmund, ejerció su profesión médica y la docencia en la prestigiosa Universidad de Gottinga y cada tanto regresó al pais, especialmente a Cordoba, donde está radicado su hermano pero a ésta, su cuna, el lugar de su nacencia, por esas cosas de la vida, hacía mucho pero mucho que faltaba..
Ahora está de regreso y el reencuentro con los amigos, especialmente con los Gonzalez (Pichi, Luis, el Negro, Raúl, etc) le hace vivir momentos intensos y la conversación amena, pletórica de afectos, las risas, las anécdotas, lo retrotraen a aquellos años de su juventud cuando cursaba el secundario en el Colegio ¨viejo¨, el Mariano Moreno de la Tia Itella, de Pili López, la Tia Negra, sus compañeros, un tal Kito Carabajal que en los últimos años era portador de la bandera y del cual era escolta y tantos otros que hoy andan dispersos por algún lado.
Años inolvidables que le sirvieron de trampolin para sus estudios universitarios en Cordoba donde abrazó una especialidad que por esas cosas del Destino lo proyectaron al viejo continente, a un pais de idioma casi irreductible para un aborigen de estos pagos pero que supo domar con la voluntad indomable de quién sabe de sus posibilidades.
Radicado en Alemania, como quedó dicho, cumplió su trayectoria laboral en distintos frentes y ahora ya disfruta de los beneficios de la jubilación pero si se lo imaginan en una plaza dándole de comer a las palomas o con abrigadas pantuflas, en el invierno, mirando Bailando por un sueño, están mingiendo fuera del recipiente de hojalata.
El hombre le cuenta a este medio, luego del consabido abrazo y los palmoteos que dejaron en el aire una nube de polvo del largo camino transitado desde la última vez, que en la ciudad de Cordoba sigue un curso de posgrado en no se qué especialidad.
También a pedido del interlocutor habla de su recalcitrante soltería que lo mantuvo a prudente distancia del connubio no obstante, me consta, haber incursionado en las lides amatorias con verdaderas ¨´walkirias¨, dignas representantes de la etnia teutónica en lo que respecta a belleza y porte.
Agotado esta temática coyuntural el hombre aborda la del desarraigo que en su momento fueron circunstancias más que duras, especialmente la del idioma, pero que supo sobrellevar con mucha entereza hasta dejar bien sentados sus principios como profesional y especialmente como persona de bien del cual como coterráneos nos debemos sentir más que orgullosos.
Su porte está intacto, su estatura enhiesta, algunas hebras de blancos cabellos pueblan en sus sienes y la risa incontenible que estalla a cada momento, hace pensar, sin lugar a dudas, que es un hombre feliz. Y está todo dicho.

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