Apio verde en el Bo Juan XXIII
El onomástico fué motivo para un prolongado jolgorio en el que nadie retrocedió ni un tranco de ita.
Conspicuos parroquianos hicieron honor a las exquisiteces preparadas por manos expertas. Hasta pescado hubo, que a fuer de sinceros, terminaron de morir ahogados por la correntada de líquidos etílicos que se abatió sin piedad sobre ellos. Un tsunami, un poroto.
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