miércoles, 16 de febrero de 2011

POSTALES QUIMILENSES

+


POBRE AUTO

La orgía de verdor cuasi tropical que invade por doquier los espacios de esta ciudad, que se prolonga en la feracidad de los campos de la región, activados sobremanera por las copiosas lluvias estivales, no respeta pelos ni marca en lo que respecta a invasión vegetal sobre lugares impensados. Un taller del Bo Juan XXIII se muestra, como todos los de su tipo, saturado de cachivaches que, olvidados, semejan cementerios de chatarra oxidada para escarnio de los vecinos, resignados a ver en sus hogares la presencia de alimañas que anidan en sus repliegues. No es el caso de esta unidad que aún conserva en su estructura los vestigios de una no muy lejana opulencia y a la que la necesidad de restaurar sus entrañas impulsoras la han marginado de la circulación ciudadana. Para el común de los mortales, especialmente para los que como uno, es casi una utopía acceder a un fierro 0 km, le causa escozor en el alma ver a este hermoso auto rojo invadido por la vegetación que desde las madre tierra se trepa, impiadosa, abrazadora, conformando si se quiere, un imprevisto macetero al aire libre. Volverán las oscuras golondrinas...? Y sí. Uno se imagina un imprevisto y momentáneo ahogo económico de su propietario del cual nadie está exento en estos tiempos difíciles. O una rectificadora que demora la entrega. En fin. Seguramente en cualquier momento la planta impulsora volverá a ronronear suavemente en su habitat, como corresponde a su estirpe, y los paisajes lo volverán a ver correr raudamente bebiéndose los vientos y dejando tras de si ese excitante sonido que fluye por el escape.

No hay comentarios:

Publicar un comentario