sábado, 1 de enero de 2011

POSTALES QUIMILENSES



SE LLAMA FRANCO, MI NIÑO




Desde un primer momento sentí cariño por él cuando comenzó a llegar por las tardes con sus bolsos cargados con riquísimo pan casero, pan dulce o tortillas, al horno y a la parrilla. Saluda con un estentóreo: “ Hola, Kito” y obtiene la respuesta en el mismo tono. Sabe que en mi casa tiene un comprador cautivo y mientras realiza la transacción comercial, ahora último, pispea los animé japoneses que Bebi consume a través de la computadora, hablados en el idioma original y traducidos al ingles en letritas y curioso le pregunta: “ Vos le entiendes a eso? Luego se marcha por la vereda, casi encorvado por el peso de los productos y me queda el sabor agridulce de ver a un hermoso niño, educado, muy bien aseado y perfecto en su indumentaria, transitar las calles con su mercancía a la edad en la que debería estar viviendo lo mejor de su infancia. Pero el ya es un hombrecito que ayuda a su familia a ganarse el sustento cotidiano y no es para nada una vergüenza, ni mucho menos. Está recorriendo un camino recto, leal y sincero, como tantos otros, que ya en su adultez dijeron con legítimo orgullo: “ Yo fuí lustrin, canillita o vendedor de tal o cual cosa,”. Es este un homenaje para mi amigo. Yo sé que el dia de mañana será maestro, profesor, ojalá abogado o médico y espero que recuerde estas líneas, que todo se hace con sacrificio, “ con sangre, sudor y lágrimas” como decía el viejo Winston. Como dice Don Linares Cardozo en su Peoncito de estancia: "Anda jugando al trabajo y rinde como el que más".

No hay comentarios:

Publicar un comentario