LOS SONIDOS DEL SILENCIO
De un tiempo a esta parte ha salido a la luz una sub especie humana que se ha constituído sin más ni más en enemigos públicos ¨number one¨ de la paz y tranquilidad de quienes acuden a una fiesta de cumpleaños, aniversario u otro tipo de eventos similares convocantes que se suscitan a menudo en distintos estamentos de esta comunidad. El desprevenido individuo que juntos a otros pares se dan cita en un espacio determinado con la sana intención de pasar un momento ameno, divertido, de charlar con los demás parroquianos a la vera de un cómodo lugar mientras saborea las exquisiteces en oferta se da de manos a boca con una contundente realidad. Esta es el exagerado nivel de decibeles con la que el sonidista de turno intenta amenizar la reunión de marras. Este individuo considera en la estrechez de sus pocas luces que cuanto más fuerte es el sonido más divertida será la fiesta mientras a punto está de romper los tímpanos de los desprevenidos asistentes. Otra cuestión es la oferta musical. El quia no considera que la música debe ponerse en función de las personas presentes. En cuanto al ritmo o contenido. Y que a la hora de la comida solo se debe amenizar en un nivel que permita a los invitados disfrutar de ella y de la conversación. A la hora de la pachanga, sí,metalé con todo mi amigo. La hora de la pachanga, otra cuestión. De acuerdo a lo escuchado en distintos eventos pareciera que todos tienen el mismo repertorio: Ricky Maravilla, por los palos y con la fusta bajo el brazo. Cuidado, cuidado con la bomba...chita. Cuidado, cuidado con la bomba...chita. SOCORROOOOOOOOOOOO.
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