jueves, 7 de octubre de 2010

TRANSICIONES



FALLECIO ¨PEPE¨ CADENAS¨, UN HOMBRE LIGADO

A LA HISTORIA GRANDE DE QUIMILI

Su vida se apagó en la madrugada del miércoles 7 de octubre y ya descansa en el panteón familiar, en la necrópolis local.

En homenaje a la amistad que siempre supo dispensarme reproduciré una nota que escribí hace muchos años para el diario EL LIBERAL, en un suplemento dedicado a exaltar los valores más destacados de la ciudad más que centenaria que lo vió nacer, crecer y dar su último suspiro.

HOTEL CADENAS, EL SUEÑO DE UN INMIGRANTE QUE PERDURA

Linaje. Un asturiano y una santiagueña formaron el tronco que dió cinco ramajes, de los cuales solo uno perdura,

El viejo puerto de Buenos Aires recibía, en los albores del siglo pasado, a miles y miles de inmigrantes que llegaban a esta tierra con la ilusión de ¨hacerse la América¨, algo que suena a amargo sarcasmo por estos dias.
Las húmedas piedras del desembarcadero fueron holladas por los viejos botines de un jóven procedente de la lejana Asturias, tierra de mucho sol pero de pocas expectativas por aquel entonces.
Se llamaba José Baltazar Cadenas y tenía un montón de ilusiones, de sueños, de ganas de poner a trabajar esos brazos que estuvieron nerviosamente inactivos durante la larga travesía.
Su habilidad en el manejode los cacharros y sus ganas de ser algo en la vida le depararon un puesto de cocinero en el coche comedor de aquel viejo convoy del Ferrocarril General Belgrano que partía desde Retiro, atravesaba las vastedades de la pampa santafesina, se adentraba en los misterios del Chaco santiagueño hasta finalizar su extenso recorrido en Resistencia mientras dejaba a su resoplante paso ¨ese misterio de adios que siembra el tren¨, como decía el viejo vate.
Alguna vez, por algún meandro que la memoria no guarda, el cocinero de Asturias volvió a desembarcar pero esta vez en tierra firme, en una estación que tenía un nombre fonético con reminiscencias áridas: Quimilí.
Como buen galaico buscó la manera de trabajar en su rubro y en sociedad con un tal Pereyra fundó una fonda, valga el juego de palabras, en la primera cuadra de la calle Sarmiento.
Como la cita bíblica dice que ¨no es bueno que el hombre esté solo¨ se enamoró de una muchacha, Celsa Tévez, oriunda de la localidad de El Hoyo, con la cual se casó en el año 1927 y que le dió cinco hijos: Agustin, Pepe, Tito, Hugo y ¨Chocha¨, hoy solo esta sobrevive.
Abrió un hotel donde fué el viejo Correo para después echar raíces definitivas en la esquina de 25 de Mayo y Sarmiento, donde antes supo estar la sodería y fábrica de hielo de don Saturio San Martin, por la cual pagó la suma de $ 40.000 en cuotas donde hoy funciona el remozado hotel hasta no hace mucho bajo la égida del fallecido Pepe, ahora administrado por sus hijos Silvia y Pepito.
En una mesa de la recepción que dá a la vereda ¨Pepe¨entorna los ojos y con un brillo emocionado en las pupilas evoca la figura del patriarca, de Agustin, del ¨Gordo¨ Tito que ya no están pero desde el cielo miran.
Por las brumas del tiempo se asoman los recuerdos de aquella confitería rumorosa, a ruido de vasos, tacos y escolazo, donde se daban cita ¨los del centro¨, ¨la turcada¨.
Las largas madrugadas, que solo se acallaban solo con los primeros rayos del sol cuando la incipiente ciudad, con un largo bostezo, acompañaba el paso vacilante de los noctábulos en busca del mullido paréntesis de la almohada.
Han pasado muchos años. La tercera generación, plasmada en Pepito y Silvia, fruto del matrimonio del entrañable Pepe con Doña Magui, neé Ercilia Velarde, ya está en marcha.
Mientras tanto ya son perdurable historia Hugo, que vivió siempre en Tucumán y que cada tanto se daba una vuelta por Quimilí, siempre elegante, Agustin, Tito y ahora Pepe. Solo queda ¨Chocha¨.
Y los amigos de siempre. Aunque estos son cada vez menos por el inexorable paso del tiempo, pero llegan otros, cada dia.
Saben que el Hotel Cadenas siempre estará abierto. Como quizás alguna vez soñó aquel jóven asturiano que una vez llegó a la Argentina, allende los mares.



PEPE CADENAS, solo la muerte ha logrado borrar esa sonrisa de tu rostro de hombre afable y buen amigo de los amigos

KITO CARABAJAL
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