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LA PAYANA
Hace mucho tiempo que el cronista no veía jugar a la payana, Conte que el escriba ya peina canas y si no las en cantidad es porque se cayeron como las hojas de los almanaques que quedaron a la vera del camino, Las vecinitas Victoria y Luciana, a la sombra de un paraiso de umbrosa presencia en la mañana estival despuntan las horas libres con este juego que se remonta, exagerando un poco, a los albores de la humanidad.. Solo se necesitan cinco piedritas y ganas de pasar un buen rato revoleando los útiles.Para ellos nada de la omnipresente ¨tele¨ con sus insípidos programas, ´minga¨ de videojuegos, rollers, ¨celus¨, ciclomotores y motos, cada vez con conductores de menos edad, con la sonrisita cómplice de los ¨orgullosos¨ papás. Bienvenida sea la ingenuidad y pureza de estos niños incontaminados por las tentaciones de los tiempos que corren, cada vez con mayor celeridad, tal es así que como un suspiro de una damisela en edad de merecer las imágenes de los dias pasan raudamente como a través de la ventanilla de un veloz autobús. Bienvenidos los puros de corazón, dijo Jesús, porque de ellos será el Reino de los Cielos. Así sea.
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