QUE LOS CUMPLAS MUY FELIZ, TITO ABUCHACRA
Por pura casualidad, abocado a sus tareas más prosaicas, el escriba recaló en prestigioso comercio dedicado a la comercialización de frutas, hortalizas y otros nobles productos que nos regala la madre tierra, y he ahí que justo, exactamente, en esta jornada, el dueño de casa estaba cumpliendo un año más de vida.
Circunstancia que, se sabe, al más pintado, al más duro de corazón, al más recalcitrante, por no abundar en otros epítetos, le afloja el tren de carrera y lo vuelve manso y sobón. No es el caso de mi amigo Tito Abuchacra, blando de corazón si los hay, de sonrisa pura y restallante como la que ofrece en la nota gráfica.
Aborigen de las reservas suncheñas, en su más tierna juventud huyó despavorido de su Suncho natal convencido que el trepidar del suelo era producto de un movimiento sísmico, cuando se trataba de una coincidente machacada de carne en vias de producir la mutación de ese producto en delicioso queppe crudo.
Sofrenó el hombre su rauda carrera en esta ciudad, en la por entonces tierruda Avenida Rivadavia Norte y siguiente la ancestral tradición familiar que viene de allende los mares se dedicó al comercio de frutas y verduras y tan mal no le fué al pobre.
Ya asentado en su emplazamiento geográfico, hombre de buen ver, prendóse y fué correspondido por una dama patricia de esta ciudad, la por entonces rozagante y virginal, creo, Ana Aída Ruiz Huidobro.
Fruto del concretado connubio la familia aumentó en tres su composición con la llegada al mundo de un robusto varón y dos hermosas niñas. El casto en su adultez ya es el dueño de la pelota por razones generacionales y las bellas son señoras abogadas que aparte del título habilitante cuentan con maridos y hasta hijos, incorporados a su dulce condición.
Este item le arranca al infrascripto frases balbuceantes fruto de la lógica chochera producto del orgullo y los años.
Volviendo al punto de partida y presentado que fué el protagonista en la jornada de marras las circunstancias alumbraron la presencia de un reconocido juglar de estas pampas que enterado del onomástico azuzó a las huestes presentes a cantarle el feliz cumpleaños al hombre, actitud que fué asumida y concretada con palmas y vítores.
Eso sí, no quiso decir cuantos años cumplía en una actitud más bien mirtalegrandezca o susanezca pero que se va a hacer, igual vale. Feliz Cumple, Tito.
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